domingo, 3 de marzo de 2013

La hora italiana y la hora ultramontana

El día 28 de febrero de 2013 el papa Benedicto XVI ponía fin a su papado mediante una renuncia voluntaria anunciada el día 11 de febrero y se retiraba temporalmente al Palacio Pontificio de Castel Gandolfo (a veces incorrectamente escrito como Castelgandolfo). Al llegar a esta residencia de verano de los Papas, se asomó al balcón central y dirigió unas breves palabras de saludo y agradecimiento a los files que le esperaban en la Plaza de la Libertad.

Reloj y balcón del Palacio Pontificio de Castel GandolfoEsta escena, transmitida por las cadenas de TV, permitió obsevar el curioso reloj sobre el balcón, que es el origen de este artículo. En la imagen adjunta se puede ver que la esfera del reloj representa los números romanos del I al VI, incluyendo el número IIII del que ya he hablado en otro artículo (El número cuatro).

El reloj marca la "hora italiana", en la que el VI es el momento de la puesta del sol. Según este esquema, el día empieza y termina a la puesta del sol, aunque sigue teniendo 24 horas. De esta forma, lo que permite el reloj es saber el tiempo que falta para llegar a la puesta de sol.

El origen de este sistema, utilizado sólo en Italia, parece ser la tradición benedictina de rezar la oración de san Benito media hora después de la puesta de sol, por lo que los trabajos se ajustan en función de ese momento.

En italiano se conserva la expresión "portare il cappello sulle 23" (llevar el sombrero a las 23), que se refiere a llevarlo muy inclinado hacia adelante para que no moleste el sol a punto de ponerse.
Ángel del Tiempo. Catedral de Chartres. Francia

En el esquema europeo, el día también consta de 24 horas, pero empieza y termina a las doce de la noche, es decir, doce horas después del mediodía, que es el momento en que el Sol pasa por el plano definido por el eje de rotación de la Tierra y la posición del observador. En la imagen se muestra el Ángel del Tiempo de la Catedral de Chartres (s. XIII), con un reloj de sol de 1578.


Este esquema era denominado en Italia hora ultramuntana (en italiano oltre montana, de detrás de la montaña, los Alpes). Otros autores denominan (erróneamente, en mi opinión) hora ultramontana a la hora italiana.

Volviendo a la hora italiana, podemos ver los inconvenientes que tiene:
  • El mediodía, momento medio entre el amanecer y la puesta de sol, no tiene una hora fija, sino que cambia con las estaciones.
  • A lo largo del año hay que ajustar el reloj para que cada día marque las VI en el momento de la puesta de sol, que se adelanta y se atrasa según el devenir de las estaciones. En la práctica se hace cada quince días, lo que dada la precisión del reloj es suficiente.
  • La hora italiana es diferente en los lugares con diferente longitud geográfica (posición hacia el Este o hacia el Oeste), pues distinto es el momento de su puesta de sol en cada día. Esto no es importante cuando las comunicaciones entre lugares alejados no eran instantáneas como ahora.

¿Qué pasó con la hora italiana?


Fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano, de noche
Iglesia de Sant'Agnese in Agone, en RomaEl sistema de hora italiana se mantuvo incluso después del intento de implantación del sistema europeo durante la ocupación de Roma por los franceses en 1808, pues en 1815 la Iglesia decretó la vuelta a la hora italiana, apareciendo algunos relojes que marcaban la hora italiana y la hora europea, o dos relojes de los dos esquemas, como en los dos extremos superiores de  la fachada de la Basílica de San Pedro (en la imagen de la izquierda) o en la base de los dos campanarios de la fachada de la Iglesia de Sant'Agnese in Agone, en la Piazza Navona de Roma (en la imagen de la derecha).

En 1887 se propuso la división del planeta en husos horarios de 15º de longitud, a partir de la posición del meridiano de Greenwich, que define el GMT (Greenwich Mean Time), posteriormente completado y perfeccionado por otros estándares de tiempo, como el UTC (Tiempo Universal Coordinado). Por motivos prácticos se define la hora oficial para que sea igual en el territorio de un país o en parte de él, y para que sea igual a la de algunos países limítrofes. Así, España, excepto las Islas Canarias, tiene la misma hora oficial que Francia, Italia, Alemania,...

Mención aparte merece la hora de verano, de cuya utilidad podremos hablar en otro momento.